viernes, noviembre 30, 2007

Membretes

No conozco placer como el que deparan los libros, y eso que leo poco. Los libros son presentaciones hechas a los sueños, y no necesita presentación alguna quien, con la espontaneidad propia de la vida, entra en conversación con ellos.

Nunca pude leer un libro entregándome a él; siempre, a cada paso, el comentario de la inteligencia o de la imaginación perturbó en mí la aprehensión de la secuencia narrativa.

Al cabo de unos minutos era yo quién escribía y lo que estaba escrito no lo era en parte alguna.

Fernando Pessoa (como Bernardo Soares). Libro del Desasosiego.

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martes, noviembre 27, 2007

Radio Imaginaria # 54. D.persigue a d.


- Buenas tardes, Caballero...¿qué desea?
- Perdone si respondo con otra pregunta, pero...¿es tan evidente?
- Lo es. Todo en usted me hace pensar en un caballero y espero que no me pida detalle .porque soy mozo y estoy en mi horario de trabajo.
- Eso lo entiendo, pero me refería al deseo.
- Sinceramente, no creo que me entienda, pero ante la duda mejor continuar con nuestros roles y de acuerdo al primer punto en el
decálogo del mozo se me aconseja evitar las preguntas complicadas. Repito mis buenas tardes ...¿desea algo el Señor?
- Sí, claro que deseo. Más de lo que Usted se imagina y probablemente, más de lo que ofrecen aquí.
- No se deje llevar por las apariencias, Caballero. En este Bar se ofrece mucho, el caso es que hay que saber buscar.
- ...
- ...
- En todo caso soy yo quien le debe una disculpa porque realmente me cuesta encontrar lo que busco.
- Mire, mi tía decía que para tener la suerte de encontrar algo lo más sencillo era proponerse metas asequibles.
- ¿Qué serían las metas asequibles?
- No lo sé, pero le aclaro que cuando ella citaba "asequibles" su comentario se me tornaba bastante más contundente de lo que era en verdad. Supongo que se refería a evitar la desazón de buscar un pinguino en el Amazonas.
- Eso suena lógico.
- Claro. Siempre debe haber un atisbo de lógica entre tanta locura... aún no me dijo qué busca.
- Al deseo, por supuesto...pero quizás sea una historia demasiado larga.
- Emmm...déjeme aclararle algo. Este es el Bar de la Radio, yo soy Antonio, el mozo, y como tal no hago menos -¿o se dice más? -que desempeñar mi papel. Según mi rutina, al verlo entrar y sentarse en una mesa, le pregunté si deseaba algo. A propósito, ¿con quién tengo el gusto?
- Era el Sr D. hasta no hace mucho, aunque hoy no podría asegurarlo.
- Disculpe mi falta de perspicacia, Caballero, pero me confunde tener de interlocutor a quién hoy no puede asegurar que es el mismo de ayer.
- A ver si me explico mejor, Antonio. Hasta no hace mucho,
creía ser D., y como tal he dedicado mi vida a perseguir a d.
- Vea, en algo coincidimos porque sin ser D. sino Antonio a mí también me ha pasado con Dora y con Diana...A quién a tenido que perseguir Usted? ¿A doris? ¿A dorotea? ¿A dionisia?
- A ninguna de ellas, Antonio. En la más pura lógica lacaniana, d. es d. o sea el objeto de mi deseo.
- ;Me quiere decir que ninguna de ellas lo es.
- No lo sé. Tal vez sí pudieran serlo, pero el caso es que desgraciadamente no las conozco. En cambio sé que no tengo más remedio que perseguir a esa d. toda la vida.
- ¿No será demasiado?
- Cuando se desea, el deseo siempre parece poco.
- No. Digo si no será demasiado tiempo, toda la vida.
- No crea, sé de más de uno al que no le alcanza la vida para tanto deseo.
- No me animo a contradecirlo, aunque por lo que me dice su persecución no ha dado frutos.
- Justamente esa es la idea, Antonio. Hace muy poco me enteré que desear es perseguir sin alcanzar nunca nadie nada.
- Uhhh, suena feo...
- Bastante.
- ¿Eso duele?
- Curiosamente es lo que todos suponen que suceda.
- Ya sé. Me va a decir que no sucede.
- Ja!..se trata de un deseo, Antonio. ¿Usted sabe lo que es eso?
- Me suena, D., pero lo que no comprendo del todo es qué tiene que ver esto con su identidad.
- Le cuento. Acabo de pensar que si alguien que no conozco,
en algún lugar al que nunca he ido, por esas extrañas circunstancias que no se pueden explicar cabalmente decide de pronto emprender mi persecución tal como yo he emprendido la mía, dejaría de ser D. -el perseguidor- para convertirme automáticamente en d. -el objeto de deseo de un otro que, para peor, ni siquiera conozco.
- ¿Y entonces?
- Eso mismo me pregunto yo.

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viernes, noviembre 23, 2007

Nota del Maestro a propósito de los Membretes

Aunque afortunadamente aún no he recibido quejas al respecto, quisiera dejar en claro que el espíritu de estos Membretes pasa fundamentalmente por la celebración admirativa de los menbretados.

Sé que la transcripción de sus textos en este espacio quizás transgreda las normas relativas a la propiedad intelectual.

Sin embargo, juzgo que haciendo buen uso de ese material, cualquiera de los autores mencionados y por mencionar accederían de buen gusto a formar parte de Radio Imaginaria.

Si así no lo fuera, más allá que Dios y la patria me lo demanden, espero que me lo hagan saber.

Sinceramente, gracias.

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jueves, noviembre 22, 2007

Membretes

La gente ya subía al tren, aunque faltaban todavía cuarenta y cinco minutos para la hora de salida. Cuarenta. Treinta y cinco. Gómez se iba del país. Estaba sólo y miraba los quioscos de la estación, la cantina, las caras de la gente. Miraba todo como despidiéndose para siempre. Sintió hambre y se le antojó comer un sánguche, pero recordó que había pasado todo su dinero a dólares. Tenía sin embargo aún algunas monedas en el bolsillo. Las sacó para contarlas a ver si le alcanzaban. No. No le alcanzaban. Había también una ficha de teléfono. Ya nunca Gómez la usaría. Pero sí, se le ocurrió una forma de usarla. Buscó un teléfono público, descolgó el auricular, y se detuvo unos instantes a inventar un número. Lo fue armando de a poco, con las cifras que más le gustaban y en su orden preferido. Puso la ficha y discó. La señal sonó tres veces y atendió una mujer.

- ¿Holá?- dijo.
- Buenas noches- contestó Gómez.
- ¿Con quién quiere hablar? - preguntó la mujer.
- Con nadie en especial- dijo Gómez-. Me estoy yendo del país y quise llamar a alguien para despedirme.
- ¿Y por qué a mí? - preguntó ella-. ¿Usté me conoce?
- No, no creo -contestó él- .Yo disqué cualquier número. Disqué el número que más me gustó.
- Y en qué se va -preguntó ella-. ¿En avión?
- No. En tren -dijo Gómez.
- Espéreme un segundo- dijo la mujer.
- ¿Qué va a hacer? ¿Rastrear la llamada? -preguntó él.
- No. Voy a buscar mis cosas. Quiero irme con usté. -fue la respuesta.

Gómez sintió que un escalofrío caliente le recorría el cuerpo.

- Apúrese -dijo- . El tren sale dentro de veinticinco minutos.
- Voy para allá. Me tomo un taxi- dijo ella, y colgó.

Gómez se fumó cuatro cigarrillos. Se acercó al andén. Ya toda la gente había subido. Y algunos parientes y amigos de los que viajaban se tomaban con éstos de las manos a través de las ventanillas abiertas.

- Hola- dijo de pronto una voz muy cerca de Gómez.
- Ah. ¿Es usté?
- Sí. ¿Usté también?
- Sí- dijo él-. Apúrese. Este es el tren. Saque su pasaje y vamos a subir.
- No tengo plata -contestó ella- . ¿No me lo puede sacar usté?
- No -dijo él-. Solamente tengo dólares y no hay tiempo para cambiarlos. El tren se va. Ya es la hora.
- Devuelva su pasaje - propuso ella-. Después sacamos dos pasajes para mañana.
- Ya es tarde- dijo él-. Hasta diez minutos antes de la hora de salida se pueden devolver los pasajes. Después no. Lo sé porque trabajé muchos años en el ferrocarril. Y además de todo no tendría porqué pagarle un pasaje a usté.

El tren empezó a moverse. Gómez besó a la mujer.

-Otra vez será- dijo.
- Sí, tal vez en otra ocasión -dijo ella.
-Sí- dijo él, y corrió hacia el tren.

"Despedida" forma parte de "La Tortuga", el primer libro de cuentos de Leo Masliah (compositor, cantautor y escritor uruguayo a falta de otros datos biográficos más específicos, que seguramente intuyo podrán encontrar por propia voluntad). Por mi parte, les recomiendo que no dejen de leerlo o de escucharlo.

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domingo, noviembre 18, 2007

Radio Imaginaria # 53. Estadísticas

- Maestro...¿leyó las estadísticas?
- Sí, claro, ganó Cristina, como era de esperar.
- Eso lo sabía, pero me refiero a las estadísticas de este sitio...
- ...
- ...
- Ya las ví.
- ¿Y?
- Me sorprenden ingratamente.
- ¿Por?
- Deje la ingenuidad de lado, Antonio. A nadie que haya visto esos números se le escapa que desde que no escribimos nada han entrado tres veces más visitas que cuando lo hacemos puntualmente.
- No quería decir que es cierto, pero es cierto.
- O como decía el general, la única verdad es la realidad.
- ¿Le hace pensar en algo?
- No infiera, Antonio. No pienso decir que es mejor que no escriba más.

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viernes, noviembre 16, 2007

Radio Imaginaria # 52. Sin palabras.

- Buenas noches, Maestro.
- Que sean las más buenas y mejores para Usted, Antonio.
- ...
- ...
- ...
- Ja!, no me diga que se quedó mudo justo a la hora de salir al aire después de tanto tiempo...
- ...
- ¿Sí o no?
- Bueno, sí. Su saludo me dejó sin palabras.
- Es curioso.
- ¿Yo?
- No. O tal vez lo sea pero desconozco esa faceta de Usted.
- Como todo mensajero, lo soy. Pero creo que hablaba de otra cosa.
- Es verdad. A menudo se habla de otra cosa.
- ...
-...
- Veo que piensa.
- ¿Y eso es posible?
- ¿Qué?
- Que su ojo o su bonito par de ellos se den cuenta cuando mi mente entra en funcionamiento.
- Basta ver su cara, Antonio.
- Pero yo no pienso con la cara.
- Lo mal que hace.

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