viernes, junio 20, 2008

Almuerzo en el Brighton. Primera escena.


Cuando fui a Valpo por segunda vez el fin de siglo no era más que el mal recuerdo de una resaca lejana.

Un par de años antes del hecho y otros tantos después de esa circunstancia solemne y absurda había cumplido con creces el sueño del padre de Montano: conocer por fin ese océano que en los mapas se ve tan celeste como todos los otros y que por pura desconfianza quise ver de cerca.

Una vez allí y con conocimiento de causa estuve en condiciones de desacreditar por fin la absurda visión de los cartógrafos. No sé hacia dónde miran estos tipos con sus catalejos o si los que usan están absolutamente desenfocados pero lo cierto es que el pacífico es absolutamente distinto a como se lo ve en los mapas. Pareciera que para ellos sólo basta un indicio de agua para pintar todo de celeste.

Sin embargo, el océano es muy distinto a ese cuadro que vemos en los pizarrones. Y para comprobarlo me dejé hundir hasta la asfixia y el entumecimiento en el oleaje indómito que peleaba palmo a palmo con las rocas de la costa una batalla germinal por la supremacía de los elementos.

No fue mi mejor día, pero salí a flote con una sonrisa y las piernas entumecidas con un tinte azulado levemente virando al violeta. Se lo veía bello para cualquier composición pero no en mis piernas. Queda claro.

Me intrigó saber si el Brighton realmente existía y -para ser fiel al relato en Montano- si desde esa terraza realmente se veía el océano.También, y en otro nivel de pensamiento, si era posible que un otro pudiera sentir la necesidad de ver por primera vez el Pacífico, y más aún, se empeñara en escribir sobre ello.

Respetaba su impresión por tres motivos.

1. Nunca había estado allí .

2. El tipo era un "atlántico" como yo, pero uno que casi al mismo tiempo expresaba algunos pocos deseos que tuve.

3. No soy tan crítico con las mentiras literarias porque entiendo que de alguna forma siempre hacen crecer nuestros relatos.

Sin embargo, en este caso me puse la toga y decidí juzgar cuánto había de verdad en su relato.

Si dijera que regresé a Valpo gracias a Vila-Matas faltaría a la verdad.

Lo hice sin buscar nada.

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sábado, junio 14, 2008

Radio Imaginaria 58. Blogger's day

- ¡Buenos días, Maestro!!!
- Buenos días, Antonio...

Podría ser el comienzo habitual de transmisión pero en este caso un ? en negrita (es decir algo que se vería más o menos así: ?) comienza a tomar forma en algún sector de la corteza cerebral del Maestro, sembrando dudas a partir del inusual recibimiento de Antonio. Evidencias tan imperceptibles como una sonrisa demasiado abierta que por supuesto ninguno de ustedes advierte pero que él sí más algunos admirativos inusualmente desbordantes le hacen pensar que algo pasa o -peor aún- que ya pasó y que posiblemente se lo perdió o nadie le dijo.

Casi al mismo tiempo, Antonio reflexiona sobre el verdadero sentido de esos tres puntos suspensivos. En otras circunstancias ni siquiera hubiera reparado en ellos. Podría haber sido un respiro, una pausa, esa que anticipa dramáticamente el relato que sigue o simplemente un descuido a la hora de tipear .
Pero no. En este caso un frío en el ambiente entumece sus dedos y le hace pensar que el Maestro no emplea ese recurso simplemente para hacer saber que en la próxima frase continuará su pensamiento sino que realmente se ve sorprendido y no sabe qué decir.

Afortunadamente todas las dudas anteriores se disipan con un simple...

- ¡Feliz día!
- Gracias, Antonio, pero no entiendo que festejamos... ¿Otra vez el día del Maestro?
- Dios no lo quiera. Eso sucede sólo una vez al año y para septiembre falta mucho.
- ¿Tres meses es mucho?
- Depende.
- Depende de qué.
- No me joda, Antonio, ya entré en you tube.
- Uy...cómo estamos hoy. Lindos los huevos.
- Sí. Lindos. ¿Entonces el día del mozo? Voy a consultar pero creo que no está en mi calendario.
- Claro, Maestro. No está porque no existe.
- Pero debería...¿no?
- Por supuesto, pero no es momento de comenzar con reclamos gremiales.

El Maestro está a punto de contestar que para la justicia y la dignidad siempre hay un momento, pero se detiene a tiempo sin saber muy bien porqué. Quizás ha vivido mucho y teme quedar al descubierto aunque asegure que le importa un carajo. Sin embargo es fàcil pensar que advierte un inevitable anacronismo en su pensamiento.

- Olvide esos fantasmas, Maestro. Sòlo querìa felicitarlo por el dìa del blogger.
- Gracias, supongo que hay torta y velita.
- Puede ser, pero aùn no ha llegado...
- Y entonces còmo se supone que se festeja este dìa?
- Como todos, Maestro. Le recuerdo que Usted es el primero en decir que todos los dìas se deben festejar, sobre todo el ùltimo.
- Es cierto.
-...pero en este caso, ademàs, hay una consigna.
- Me encantan las consignas, sobre todo cuando son pertinencia de los otros.
- No sè si en algo esto contradice su pensamiento pero se le pide a Usted, respetuosamente, que siendo el titular indiscutible de este sitio se explaye sobre dos cuestiones mìnimas.
- Ningùn problema, Antonio. Aparte de los acentos y otras contrariedades con mi teclado que no alcanzo a dominar.
- Entiendo, Maestro. No es fàcil lidiar con tantas teclas.
- Por supuesto que no. Menos cuando hay que adivinar què letra o signo se esconde bajo cada una...pero suelte ya, Antonio. Cuàles son esas cuestiones mìnimas a las que debo referirme para este aniversario?
- Hablar de los cambios que han afectado su vida y de las expectativas para el futuro.
- Nada màs?
- Creo que no.

- Ja.
- Jaja.
- Ja y recontra jaja.

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