jueves, octubre 22, 2009

Pecera

Una paradoja para Mr. Hirst.


Sueño que estoy inmerso en una pecera, aunque esa pecera no es cualquiera.
Estoy en la jaula de vidrio que D. Hirst diseñó para su tiburón en formol.
Yo adentro. Sueño no sé porqué que estoy adentro.

Respiro y trato de escapar. Floto y respiro.
(Aún en mi sueño necesito aire)
Yo sé que ese tiburón está muerto y en formol,
pero en mi sueño me acorrala.
Braceo desesperadamente pero sólo empeoro las cosas:
el tiburón se encrespa y me persigue
(lo creía muerto pero no parece)
con sus tres o más filas de dientes.

Despierto, por fin.
Dentro de la pecera.

Reconozco el entorno y recuerdo que el tiburón está en formol y no muerde.

Me río un largo rato.
A carcajadas. Hasta la asfixia.
Me río hasta que advierto que estoy en una pecera
y necesito respirar.

Ya no es un sueño.
Estoy en la pecera y el formol me mata.
Muy de a poco.

Antes de cerrar los ojos, veo la sonrisa triste del tiburón y entiendo todo.


(así me convertí en otra pieza de museo para el acervo del Sr. Damien Hirst)

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Esto no es todo, amigos