Mi vida, te escribo porque es preciso, por no decir de una urgencia insalvable y perentoria, que cometas este crimen necesario tal como te lo vengo solicitando desde hace un tiempo. Se entiende que al dejar este pedido expresamente registrado por escrito no deberás temer a las consecuencias del acto que con tanta vehemencia te induzco a perpetrar.
Entenderás que tampoco es mi intención sembrar alarma en los hogares ni en las instituciones. Mucho menos en las altas esferas -por no mencionar las bajas, que como es de público conocimiento suelen alarmarse con mayor frecuencia-.
Estoy persuadido que haber conseguido tan trabajosamente nuestra intimidad de caracol nos da derecho a tratar este y otros asuntos con absoluta prescindencia de Damas y Caballeros desconocidos con derecho a voz y voto.. Asuntos que, por otro lado, difícilmente estarían al alcance de su entendimiento.
En cuanto a los aspectos prácticos, prometo sugerir la mejor coartada, evitar cabos sueltos que conduzcan al móvil, elegir el medio más apropiado para que puedas cumplir con tu parte sin imprevistos ni desprolijidades.
Tal vez sea necesario que lo repita, mi vida, pero me urge que asesines todo aquello que de mito, duda, miedo, locura hay dentro de mí, toda vez que aún sostengas -como quiero creer- el deseo de darle lugar al otro, ese otro insignificante y oscuro que sólo sabe amarte en silencio, sin condiciones.
Etiquetas: Correspondencia privada
Esto no es todo, amigos