Road Movie. Escena Diez
Ahora que todo pasó me gusta volver a pensarte como al principio: ese en el que era feliz recibiendo el correo que me escribías casi a diario.
Hicimos todo lo posible aún sabiendo - desde antes de empezar- que en algún momento iba a faltarnos algo. Creo que no fue tu caso pero yo lo intuí desde un principio. Podríamos habernos dado cuenta a los diez años de matrimonio, pero afortunadamente sucedió mucho tiempo antes.
Tanta ingenuidad no podía durar mucho tiempo y ahora te extraño de veras. Todavía hay cuchillos y alfileres que se me clavan en el corazón, pero dicen que el placer se paga y cotiza alto.
No cabe duda de que en ese lapso nuestros sentidos se regocijaron de todas las maneras posibles.
(El tiempo o vaya a saber qué nos empuja a olvidar o perder el registro de lo que hasta ayer era importante. Sin embargo, la piel recuerda por sí misma más de lo que uno quisiera)
De a poco, armamos nuestra propia banda de sonido. Radiohead, Jack Johnson, alguna inolvidable sesión de Rolling Stones en tu living y -en una veta más intelectual- algunos tangos modernos -vaya paradoja- cuando la pasión iba camino del freezer.
También leímos, como era de suponer, pero nunca a dúo sino más bien cada uno en lo suyo. Mucho más antes que después. Supongo que en un principio nos sobraba el tiempo para leer y comentar lo leído y después nos faltó para todo. Para leer, para dormir, para hacer el amor, para hablar de cualquiera de esas tres cosas o de otra cuarta o quinta que se propusiera.
Todo comenzó con "mi" Carver versus "tu" Emanuel Carriere.
Hablando de dobles encontramos a Vila Matas y algo después nos regodeamos con "El hombre duplicado" de Saramago. Como no podría haber sido de otra manera, entre vos y yo también estuvo algún Borges dando vueltas pero estaba claro de antemano que esa lectura pertenecía a otros terceros y tal vez por respeto nunca llegamos a compartirlo. (Recuerdo que cuando pretendimos hacerlo fue para problema)
En algún momento hubo un pájaro dando cuerda a un mundo, y está claro que ese hubiera querido ser yo. Pero a esas alturas ya sabía que no iba a ser un ave ni el aventurado que tuviera esa llave en su mano.
Pasaron también algunas otras cosas.
Algunos bares de palermo a los que de ahora en más sólo podría entrar en tu compañía.
La primera noche bajo un paraguas sin animarme a decirte nada por temor a quedar en ridículo.
Interminables días de placer a partir de esa noche de lluvia. (En rigor, demasiado pocos para ser interminables)
Mi mano en tu cintura tratando de cambiar la historia.
Una agonía de besos robados sin compasión cuando todo estaba perdido.
Un dolor que aún me pesa.
La asignatura pendiente de apenas haber rozado tu vida sin haber podido entrar.
Hicimos todo lo posible aún sabiendo - desde antes de empezar- que en algún momento iba a faltarnos algo. Creo que no fue tu caso pero yo lo intuí desde un principio. Podríamos habernos dado cuenta a los diez años de matrimonio, pero afortunadamente sucedió mucho tiempo antes.
Tanta ingenuidad no podía durar mucho tiempo y ahora te extraño de veras. Todavía hay cuchillos y alfileres que se me clavan en el corazón, pero dicen que el placer se paga y cotiza alto.
No cabe duda de que en ese lapso nuestros sentidos se regocijaron de todas las maneras posibles.
(El tiempo o vaya a saber qué nos empuja a olvidar o perder el registro de lo que hasta ayer era importante. Sin embargo, la piel recuerda por sí misma más de lo que uno quisiera)
De a poco, armamos nuestra propia banda de sonido. Radiohead, Jack Johnson, alguna inolvidable sesión de Rolling Stones en tu living y -en una veta más intelectual- algunos tangos modernos -vaya paradoja- cuando la pasión iba camino del freezer.
También leímos, como era de suponer, pero nunca a dúo sino más bien cada uno en lo suyo. Mucho más antes que después. Supongo que en un principio nos sobraba el tiempo para leer y comentar lo leído y después nos faltó para todo. Para leer, para dormir, para hacer el amor, para hablar de cualquiera de esas tres cosas o de otra cuarta o quinta que se propusiera.
Todo comenzó con "mi" Carver versus "tu" Emanuel Carriere.
Hablando de dobles encontramos a Vila Matas y algo después nos regodeamos con "El hombre duplicado" de Saramago. Como no podría haber sido de otra manera, entre vos y yo también estuvo algún Borges dando vueltas pero estaba claro de antemano que esa lectura pertenecía a otros terceros y tal vez por respeto nunca llegamos a compartirlo. (Recuerdo que cuando pretendimos hacerlo fue para problema)
En algún momento hubo un pájaro dando cuerda a un mundo, y está claro que ese hubiera querido ser yo. Pero a esas alturas ya sabía que no iba a ser un ave ni el aventurado que tuviera esa llave en su mano.
Pasaron también algunas otras cosas.
Algunos bares de palermo a los que de ahora en más sólo podría entrar en tu compañía.
La primera noche bajo un paraguas sin animarme a decirte nada por temor a quedar en ridículo.
Interminables días de placer a partir de esa noche de lluvia. (En rigor, demasiado pocos para ser interminables)
Mi mano en tu cintura tratando de cambiar la historia.
Una agonía de besos robados sin compasión cuando todo estaba perdido.
Un dolor que aún me pesa.
La asignatura pendiente de apenas haber rozado tu vida sin haber podido entrar.
Etiquetas: Road Movie
1 Comments:
Ahora que todo pasó… y… lo que pasó no puede volver (según tus palabras)…Sé que me hacía feliz escribirte un correo casi a diario, transitar mi vida pensando: (le voy a comentar esto).Caminábamos por estas calles, claro, cada uno por su lado, te llevaba a todas partes. No sé si realmente lo supiste, ahora puedo verte tapándote los oídos (y los ojos).
Ahora puedo verme cerrándote la puerta aquella noche fría en la madrugada del sábado…
Ahora que todo pasó… quiero que sepas que cuando cerré esa puerta deseé con toda mi alma que la golpearas, que la tiraras abajo.
Qué difíciles que somos las del sexo débil y que simples a la vez.
Ahora que nada pasó.
Ahora que te encuentro.
Ahora no sé si sos vos.
Ahora no sé si soy yo.
Yo.
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