martes, febrero 24, 2009

Membretes

Podría alargar el brazo
y mis dedos enlazarían tu mano.
Podría inclinarme
y sentir en la cara tu pelo.
Podría con una mano hacer mover despacio tu cabeza,
y mirarte a los ojos
y decirte una sóla palabra,
una palabra tonta o vulgar, de las que todos dicen,
como: amor,
o: te quiero,
o preguntarte si en realidad me quieres, si siempre me quieres, si a pesar de todo me quieres.
Podría quedarme después en silencio,
quedarnos los dos de nuevo silenciosos,
con mi boca sobre tu pelo,
una mano acariciando tu cara,
una mano quieta sobre el hombro,
sintiendo en mi palma tu tibieza
y haciéndote una leve presión
como diciéndote: estoy aquí.

Podría alargar el brazo,
este brazo,
y con mis dedos enlazarte una mano
y estrechártela, acariciártela,
suave, despacio.

Podría inclinar mi cabeza.
Podría quedar silencioso.
Y con sólo este rito, tan fácil, tan breve,
nuestras arterias quedarían de nuevo comunicadas.

Sí, lo sé: podría alargar el brazo,
tocar tu mano.


(Sigfrido Radaelli. Podría alargar el brazo)

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martes, febrero 03, 2009

Lápiz roto y goma de borrar

Sebastián es un amor pero intuyo que hoy, cosa rara, no quiere levantarse. Agustina sí lo hizo pero a diferencia de otros días aún no se ha cepillado los dientes. Además, cosa muy rara, a los dos les duele la panza y es muy posible que en este mismo instante los tengas apretados a la falda.

Tu taxi se demora, ese que tenés al lado no colabora, los niños se rebelan... y vos ¿cuándo?.
Es suficientemente tarde y hay que pensar en el jefe que no tolera ni demoras ni excusas ni palabras salvo aquellas escasas que forman parte de su universo pequeño. Ese que se reduce a las cuatro paredes de su despacho y no conoce de astros ni estrellas fugaces.

Podrías pedir ayuda o salir a la calle y gritar quién sabe cuántas cosas, pero no. Mejor encerrarte en el baño y pensar lo que quisieras que diga tu diario el día de hoy.

Por ejemplo, día veintiocho: No hay nada peor que querer decir algo y no tener cómo ni con qué. Los ratones se comieron mi lengua hace ya tanto y sólo tengo este lápiz roto. No hay nada peor que nos quieran hacer olvidar lo que deseamos decir hace tanto. Todas las noches ensayo la mímica de un abrazo que se desvanece a fuerza de no encontrar nunca el cuerpo que busco.

Goma de borrar en el cerebro.

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