martes, febrero 03, 2009

Lápiz roto y goma de borrar

Sebastián es un amor pero intuyo que hoy, cosa rara, no quiere levantarse. Agustina sí lo hizo pero a diferencia de otros días aún no se ha cepillado los dientes. Además, cosa muy rara, a los dos les duele la panza y es muy posible que en este mismo instante los tengas apretados a la falda.

Tu taxi se demora, ese que tenés al lado no colabora, los niños se rebelan... y vos ¿cuándo?.
Es suficientemente tarde y hay que pensar en el jefe que no tolera ni demoras ni excusas ni palabras salvo aquellas escasas que forman parte de su universo pequeño. Ese que se reduce a las cuatro paredes de su despacho y no conoce de astros ni estrellas fugaces.

Podrías pedir ayuda o salir a la calle y gritar quién sabe cuántas cosas, pero no. Mejor encerrarte en el baño y pensar lo que quisieras que diga tu diario el día de hoy.

Por ejemplo, día veintiocho: No hay nada peor que querer decir algo y no tener cómo ni con qué. Los ratones se comieron mi lengua hace ya tanto y sólo tengo este lápiz roto. No hay nada peor que nos quieran hacer olvidar lo que deseamos decir hace tanto. Todas las noches ensayo la mímica de un abrazo que se desvanece a fuerza de no encontrar nunca el cuerpo que busco.

Goma de borrar en el cerebro.

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