domingo, agosto 07, 2011

Correspondencia Privada. Felicidad

Mi querida F.

Diría buenas tardes porque en este momento acá son tardes y de las buenas, aunque no sé si a la hora de recibir esta carta serán por allá unas noches o unas mañanas tan buenas como estas. Quizás menos, tal vez mejores. En todo caso, convengamos que la distancia que media entre Usted y yo las vuelve indescifrables. A las tardes, digo. Aunque también a su estado de ánimo que me imagino tan bueno como estas tardes que no sé si serán aquellas, ni tan noches, ni tan mañanas. No quiero distraerla demasiado de sus ocupaciones si -como imagino- por fin está ocupada. En ese caso tal vez no tenga tiempo para leer esta carta ni para contestarla, pero si no fuera así, le pediría que lo haga. No sé porqué se lo pido porque bien sé que justamente cuando no está ocupada es el momento en que su malhumor aumenta y desiste de contestar toda correspondencia, incluso la mía.
Le escribo, después de algún tiempo, con el propósito de hacerle saber lo feliz que me he sentido luego de emprender con tanto éxito mi nuevo proyecto.

Suyo,

p.

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