Mellizas
Violeta y Sofía desarrollaron en unos pocos meses esa envidiable cualidad de inseparables que sólo los nueve años pueden proporcionar. Es más: me consta que creen y hacen creer que son mellizas con tal convicción, que aunque las evidencias físicas no acompañen semejante hipótesis, es difícil ponerla en duda. Sin embargo, cualquier mirada que fuera más allá lo obvio, percibiría que no están tan equivocadas.
En consecuencia, no me sorprende tanto que compartan los novios, las lecturas y la adoración por Tim Burton, pero sí me divierte y me cautiva el raro atributo que poseen para llevar adelante los proyectos más "inconvenientes". Y encima, con buenos resultados.
Como por ejemplo, decidir un viernes en la tarde la fundación de su propia fábrica de velas artesanales, contar con una producción cercana al medio centenar para las primeras horas de la noche, y vender una cuarta parte a los turistas en su propio puesto de la feria de Palermo, al día siguiente.
O inventar, de puro aburridas, una comedia musical esperando el comienzo de un film, bajar al escenario a representarla antes que las luces se apaguen, y arrancar un emotivo aplauso de los asistentes, visiblemente consternados unos pocos minutos atrás.
Lo de ayer, fue casi una cruzada. Llevaron a cabo de manera anónima un exitoso bombardeo de chistes, pasando papelitos escritos bajo las puertas de todos los departamentos del edificio, y a pesar del anonimato, no tardaron en recibir las primeras respuestas.
Unos lo hicieron preguntando "qué era lo que se proponían con esa actitud", otros disculpándose vergonzosamente por "no entender", mientras los más ni siquiera contestaron.
Por lo que sé, sólo uno entendió el juego. Lo que no es poco.
En consecuencia, no me sorprende tanto que compartan los novios, las lecturas y la adoración por Tim Burton, pero sí me divierte y me cautiva el raro atributo que poseen para llevar adelante los proyectos más "inconvenientes". Y encima, con buenos resultados.
Como por ejemplo, decidir un viernes en la tarde la fundación de su propia fábrica de velas artesanales, contar con una producción cercana al medio centenar para las primeras horas de la noche, y vender una cuarta parte a los turistas en su propio puesto de la feria de Palermo, al día siguiente.
O inventar, de puro aburridas, una comedia musical esperando el comienzo de un film, bajar al escenario a representarla antes que las luces se apaguen, y arrancar un emotivo aplauso de los asistentes, visiblemente consternados unos pocos minutos atrás.
Lo de ayer, fue casi una cruzada. Llevaron a cabo de manera anónima un exitoso bombardeo de chistes, pasando papelitos escritos bajo las puertas de todos los departamentos del edificio, y a pesar del anonimato, no tardaron en recibir las primeras respuestas.
Unos lo hicieron preguntando "qué era lo que se proponían con esa actitud", otros disculpándose vergonzosamente por "no entender", mientras los más ni siquiera contestaron.
Por lo que sé, sólo uno entendió el juego. Lo que no es poco.
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