Road movie # 0,75 La maldición de la gitana
Caminábamos por el paseo costanero, con los niños admirando el movimiento de las grúas sobre los cargueros en el muelle vecino. Estaba absorto por el apetito de los pelícanos que se disputaban un almuerzo fácil sobre las rocas a expensas de la generosidad de los turistas, y no la ví llegar hasta que frente a mí, me pidió una moneda "para su hija enferma".
Era joven, altiva, hermosa, con la tez bronceada y el pelo muy negro apenas recogido bajo el pañuelo. (Quiero decir, muy distinta a las gitanas viejas, gordas y feas que, cada tanto, caminaban en pareja las calles de mi barrio, atemorizando a las madres como la mía, por ejemplo. Cuando esto sucedía, me tomaba fuertemente de la mano, y apuraba el paso cruzando de vereda con la mirada perdida en las baldosas y la respiración agitada. Había escuchado toda serie de atrocidades atribuídas a las gitanas, como por ejemplo, que robaban a los niños incautos y los escondían bajo los pliegues infinitos de sus faldas, pero nunca me pareció que habría allí espacio suficiente para tal cosa)
Tales recuerdos, o la inquietud evidente del resto de los paseantes que se dispersaron dejando momentáneamente hambrientos a los pelícanos, me llevaron a entregarle gentilmente unas monedas, para dar por cerrado el episodio.
Contra lo que suponía, me pidió que le mostrara la palma de la mano, para ¨agradecerme¨, según dijo, adivinando mi suerte. Fui amable, pero firme en la negativa. (Aunque se ve que no lo suficiente, porque ella continuó insistiendo). Por fin, le pedí que no me molestara, y cometí la torpeza de agregar que ¨no creía en esas cosas¨. Mientras me iba, alcancé a escuchar el final de una letanía inquietante a mis espaldas.
Nunca volví a pensar en ella hasta ahora, en que temo que algo terrible me suceda de un momento a otro.
Sin embargo, entiendo la misteriosa plaga de piojos que, esa misma noche, cayó sobre la cabeza de todos nosotros.
Etiquetas: Road Movie
2 Comments:
Ja! Ja! Ja!
¡Vaya suerte!
Nada debe ser peor que la maldición que deje al descubierto nuestas míseras mentiras.
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