martes, junio 20, 2006

Radio Imaginaria #42. Paraguas

- Buenas noches, Maestro...¿un café?
- Que sean dos, Antonio.
- ¿No prefiere uno doble?
- Preferiría que cada cual beba de su taza.
- ¿Se refiere a mí?
- A quién más podría referirme...
- Bueno, tengo un par de nombres en carpeta y si nos atenemos al orden alfabético creo que no caben dudas que la que está primero es...
- Suficiente, Antonio. Por si no quedó claro, lo repito: me refería a Usted. Traiga dos cafés y siéntese que tengo ganas de contarle algo.
- Me demoro un minuto.
- ...
- Ya. Lo escucho.
- ¿Qué opinión tiene de los paraguas?
- No muy buena. Siempre me molestó esa ambigüedad de no saber si estoy frente a un paraguas o un parasol.
- Es un interesante caso de mimetismo...tengo entendido que muchas especies lo desarrollan ante las condiciones adversas del medio ambiente.
- Si me permite, creo que un paraguas siempre está sometido a condiciones adversas.
- Podría verse así, pero no me refiero sólo al clima.
- ¿Entonces?
- Quiero decir que el paraguas es, objetivamente, un adminículo molesto. Casi como un hijo adolescente.
- Me extraña su comentario. Sinceramente, nunca pensé que Usted pudiera comparar un hijo adolescente con un adminículo molesto.
- Antonio...no me saque de contexto. Es una asociación libre.
- Tá bien. Cuente sobre su asociación, si quiere.
- Quiero. Nos ignora sin un motivo aparente, cuando se lo necesita brilla por su ausencia, cuando no se lo requiere pretende ser el centro del universo, si está simula fastidio, si no está simula más fastidio, y siempre siempre parece no tener lugar en el mundo.
- Y en caso de tenerlo, parece no encontrarlo...¿o me equivoco?
- No se equivoca. Ni en la cartera de la Dama, ni en el bolsillo del Caballero, ni en el baúl del auto, ni en el cajón del placard, ni en el cuartito de las herramientas.
- Es que un adolescente necesita más espacio, Maestro. Nunca podría encontrar su lugar en esos sitios.
- Me refiero al paraguas, Antonio.
- Ahhhh...ya me parecía.

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