Conversaciones con mi Editor. Catorce
Otro mes se iba y todavía seguía sentado allí, en la mesa del fondo, bebiendo noche tras noche -ya no sé qué aunque no puedo olvidar porqué-, con la mirada perdida en la pared vacía de las referencias indispensables para recomponer el itinerario de los recuerdos que me esforzaba por retener a mi lado.
No crean que me engaño, siempre supe que mi tarea era infructuosa. Cualquiera puede darse cuenta que los recuerdos no son mariposas y que se disipan rápidamente por más que uno intente clavarlos con alfileres frente a sus narices.
A pesar de ello y contra toda lógica, confiaba en algo. Vaya uno a saber porqué maldito designio ese algo no terminaba de hacerse palabras.
No crean que me engaño, siempre supe que mi tarea era infructuosa. Cualquiera puede darse cuenta que los recuerdos no son mariposas y que se disipan rápidamente por más que uno intente clavarlos con alfileres frente a sus narices.
A pesar de ello y contra toda lógica, confiaba en algo. Vaya uno a saber porqué maldito designio ese algo no terminaba de hacerse palabras.
Etiquetas: Conversaciones con mi Editor
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