viernes, marzo 31, 2006

Libretas Norte página 10

1.
Prefiero encender todos los cohetes con el mismo fósforo.
No es que ignore, antes de acercarlo a la mecha, lo que me espera.

Sé muy bien que será apenas un segundo de gloria...pero qué segundo...!!!

(Casi un primero)

2.
No éramos más libres,
pero la jaula parecía más amplia.

3.
Siempre creí tener toda mi vida por delante.
Ahora estoy seguro de tener más de la mitad por detrás.

4.
Al fin y al cabo, soy un tipo ordinario,
¿qué podría perder yo, más que tiempo?

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jueves, marzo 30, 2006

Membretes


Yo soñaba que dormía. Naturalmente, no me dejaba sorprender sabiendo que estaba despierto, hasta el momento en que, despertándome, recordé que dormía. Naturalmente, no me dejaba sorprender hasta el momento en que, durmiéndome, recordaba que acababa de despertar de un sueño en el que soñaba que dormía. Naturalmente, no me dejaba sorprender hasta el momento en que , perdiendo toda fe, me puse a morderme de rabia los dedos preguntándome, a pesar del dolor creciente que esto me causaba, si realmente me mordía los dedos, o si solamente soñaba que me mordía los dedos por no saber si estaba despierto o dormido y soñando que estaba desesperado por no saber si dormía o solamente...y preguntándome si...

Y así, de insomnios en inútiles sueños, persigo, sin alcanzarlo, un reposo que no es un reposo, en un despertar que no es un despertar, indefinidamente al acecho, sin poder franquear la pasarela, aunque metiendo el pie en miles de pasarelas, en una noche ciega y larga como un siglo, en una noche que se desliza sin mostrar fin alguno.

Henri Michaux. "Sueño" (1954)

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Radio Imaginaria #39. Andar, ver, creer.

- Buenas noches, Maestro...¿cómo anda?
- Ando, que ya es bastante.
- Eso me queda claro. Basta mirarlo.
- Puso el dedo en la llaga, Antonio. En eso estaba pensando.
- ¿Yo... puse...la llaga...en eso?
- No se asuste, pensaba en esa sentencia tan generalizada de "ver para creer".
- La conozco, claro.
- No me cabe duda. Ahora...¿no le parece que institucionaliza la obsecuencia?
- Déjeme pensar un minuto.
- Lo dejo, creo que lo necesita.
- ...
- ...
- Yastá.
- La frescura interior.
- ¿Ehh?
- Nada. Un chiste muuuy viejo...y para pocos.
- Ahh...
- ...
- Según su razonamiento, ¿la realidad es obsecuente?
- Más bien es contundente.
- ¿Y entonces?
- Estoy seguro que Usted no cree en todo lo que ve, Antonio. Y me consta que no ve sólo lo que cree...¿no es así?
- No, claro.
- ¿Y qué ve, al cabo, si es que mi pregunta no lo importuna?
- ...
- Ya sé. Lo dejo pensar unos minutos...
- Sí, mejor.
- Le leo algo, mientras tanto.

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miércoles, marzo 29, 2006

Radio Word Remix

- Es hora de poner música, Maestro.
- Y letra...¿no cree?
- ¿Qué se le ocurre?
- No sé bien porqué, tal vez por tanto vacío, me parece apropiada esta "Rosa de Hiroshima", del gigante Vinicius de Moraes, en la voz de Ney Mattogrosso.
-Le creo.


Piensa en las criaturas, mudas, telepáticas,
piensa en las chiquillas, ciegas, inexactas,
piensa en las mujeres, rotas, alteradas,
piensa en las heridas, como rosas cálidas.

Pero, nunca olvides,
la rosa, la rosa de Hiroshima.

La rosa hereditaria,
la rosa radioactiva,
estúpida e inválida,
la rosa con cirrosis,
la anti-rosa atómica.

Sin color, sin perfume,
sin rosa, sin nada.

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lunes, marzo 27, 2006

Radio Imaginaria #38. La máquina de escribir

- Buenas noches, Maestro.
- ¿Está seguro, esta vez, de que es así?
- Ninguna duda. Aunque no contó ninguna historia mientras me fui al patio...
- A veces son otros los que la pueden contar, Antonio. Tráigame un café, por favor.
- Enseguida, Maestro.
- Siéntese a la mesa...justamente quería compartir algo con Usted...al fin y al cabo es mi único oyente.
- No diga eso, Maestro, si la radio es una herramienta muy poderosa.
- Depende la necesidad, Antonio. Para clavar un clavo, preferiría un martillo.
- Yo quería decir que...
- Lo sé, lo sé. Me refería a que desde este lado de la mesa, las únicas dos orejas que veo son las suyas. Y con una me basta.
- En ese caso, la pongo a su entera disposición a partir de este instante.
- Gracias, Antonio. Hace tiempo, tuve una máquina de escribir, unplugged, sonora. La recuerdo con mucho cariño porque con ella pasé en limpio mis primeros guiones para la Radio. Confieso que me dolió bastante dejar de usarla.
- Entiendo, una víctima más del avance tecnológico.
- No, nada de eso. Simplemente que nunca la pude domesticar.
- ¿Domesticar una máquina?
- Como lo escucha, Antonio. Unas veces se negaba a escribir mis palabras, y así he pasado días frente a la hoja en blanco, tratando de persuadirla de lo apropiado de tal o cual frase. Otras, en cambio, decidía por sí misma y me hacía decir barbaridades irreproducibles.
- ¡Que divertido!
- ¿Divertido?!...bueno, sí, admito que pensé lo mismo en un principio. Debo reconocer que la máquina tenía mucha más imaginación que yo, y bastantes prejuicios menos, lo que la convertía en una herramienta muy poderosa.
- Casi una máquina múltiple de clavar clavos...
- En un sentido figurado, podríamos decirlo así.
- Y entonces, ¿cuál fue el problema?
- A mi novia no le gustó mucho recibir una carta de amor dirigida a la srta. "gorda insulsa chupasangre"...
- ¿Usted le dijo eso?
- No fui yo, sino ella. Había incluído el apelativo en una furibunda nota de reclamo dirigida a la gerenta de recursos de una empresa de electricidad, y para cuando advertí la sustitución, ya estaba irremediablemente perdido.
- ¿Y no hubo forma de explicarle?
- Ninguna. Pero lo peor fue que durante largos meses padecí el acoso de la gerenta insulsa, cautivada por el "bichito de luz, todo mi ser se nutre de tu energía" con el que, equívocamente, encabezaba " su" Nota.
- Un poco remanida la frase...
- Es cierto, pero causó sensación en la Compañía. Me enteré mucho después que los creativos la habían utilizado para su campaña de promoción.
- ¿Y qué pasó con su máquina?
- Estaba desesperado. Era terriblemente voraz, y debía endeudarme continuamente para proveerla de miles de hojas y papeles de todo tipo que constituían su dieta diaria. Pero nunca parecía saciar su apetito. Un día, con la lucidez que sólo se consigue al tocar fondo, decidí confinarla en el placard.
- ¿Para siempre?
- Para siempre. Hoy sé que retoza en estado salvaje, y sólo de vez en cuando me molesta un poco.
- ¿Por ejemplo?
- Por ejemplo cuando mordisquea la lana de mi suéter preferido, o cuando sufre de alguna pesadilla en medio de un desenfreno de teclas. En cambio, reconozco perfectamente cuando sueña porque una suave cadencia a cuatro espacios me indica que pronto quedará dormida.
- ...
- ...
- Qué herramienta poderosa, Maestro...
- ¿El martillo?
- La imaginación.

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domingo, marzo 26, 2006

Saber cómo

Sólos ante el espanto del desastre, es posible -hasta casi inevitable-, intuir que ninguna palabra sirve para apuntalar las ruinas o para invocar los rostros desdibujados por la barbarie.

Sin esperanzas, se descubre que fueron tan inútiles para anticipar la masacre como para anestesiar la agonía del hambriento.

Se acepta, entonces, que ni memoria ha quedado para testimoniar que la alegría existió o que hubo amor a viva voz sobre las calles.

Aún así, siempre hay alguien que sabe cómo escribir la historia.

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sábado, marzo 25, 2006

Radio Imaginaria #37. ¿Serán tan buenas?

- Buenas noches, Antonio.
- Si Usted lo dice, le creo.
- Le agradezco, pero no sea tan ingenuo...¿porqué me creería, ciegamente, sin comprobar por sus propios medios si, realmente, esta noche es tan buena como a mí me parece?
- ¿Pero acaso no dijo Usted "buenas noches"?
- Creo haber dicho eso.
- Y Usted no es un mentiroso, ¿no es cierto?
- Bueno...a veces sí, ya sabe que de otra forma no podría inventar historias...¿porqué me lo pregunta?
- Porque le creía ciegamente, pero ahora advierto que quizás las noches efectivamente no sean tan buenas.
- Es posible, aunque improbable...pero ¿porqué no se asoma y le da crédito a sus sentidos?
- ¿Le parece, Maestro?
- Claro, Antonio, vaya nomás. Mientras tanto, yo les relato algo a nuestros oyentes.
- ¿De verdad?
- Por supuesto, se lo acabo de manifestar...
- El relato, digo. ¿Es verdad o mentira?
- Bueno...tiene una equilibrada mezcla de verdades y mentiras, pero realmente no recuerdo cuáles son unas y cuáles las otras.
- Mejor así, Maestro, ¿trajo sus libretas?
- No exactamente.
- ¿Entonces?
- Nada, Antonio. Buenas noches.
- ¿Serán buenas, Maestro?
- Después me cuenta.

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viernes, marzo 24, 2006

Radio Imaginaria #36. Blanco y negro

- Maestro...¿está ahí?
- Claro, Antonio... ¿dónde si no?
-...
-...
- Es que pasó tanto tiempo...
- ¿Desde cuándo?
- Desde aquella vez.
- Es cierto. Poco más de treinta años.
- ...
- ...
- Demasiado tiempo, ¿no cree?
- Sí. Y demasiadas páginas en blanco.
- Como si fueran silencios...
- No, Antonio, los silencios son las páginas negras.

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viernes, marzo 17, 2006

Radio Imaginaria # 35 y medio. Diálogos en el patio Tres

- Sigue lloviendo, Antonio.
- Y de buena gana, ¿no?
- Dígame...¿alguna vez vio llover de mala gana?
- Sinceramente, no.
- Me lo suponía.
- ¿Habrá un mar arriba?
- No creo, llovería salado.
- ¿Se dará vuelta el mundo como un reloj de arena, sin que nos demos cuenta, y por eso gotea?
- Sería un reloj de agua, en todo caso, con algunos agujeros por los que se escapa el tiempo.
- El tiempo siempre encuentra agujeros por los que escaparse, Maestro.
- Y nunca uno por el cual volver a su sitio.
- Vaya suerte.
- Y venga, si no es molestia. Al menos de vez en cuando.

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jueves, marzo 16, 2006

Radio imaginaria # 35 y medio. Diálogos en el patio. Dos

- Maestro, todavía no me dijo lo que hace en el patio del Bar, en cuclillas, bajo esta lluvia...
- ¿Son tres preguntas o una?
(N. del M.: Nótese la diferencia entre decir: "son tres preguntas o una" y "es una pregunta o tres")
- Parecen tres, pero sin embargo no es más que una.
- Por un momento, me hizo recordar a alguien, un tal Rimoldi...¿lo conoce?
- Me temo que no. ¿Él también andaba por el patio en cuclillas?
- Pero no, Antonio, un editor... ¿cómo se le ocurre?
- Si pretende que le detalle los mecanismos fisiológicos de mi pensamiento, le aclaro que va a llevar un poco de tiempo.
- No se moleste, tengo una leve sospecha.
- Descuide, no me molesto salvo cuando me molestan.
- Lo sospechaba...
- ¿Levemente?
- Exacto, ¿cómo lo supo?
- Pienso. Luego insisto.
- ¿Y ahora?
- Me gustaría saber lo que hace en el patio, en cuclillas, bajo esta lluvia...
- Veo que insiste.
- Luego. Por el momento me conformaría con saber lo que hace...
-... Suficiente, Antonio. Trataba de entrar al Bar saltando la pared del fondo.
- Acepto que todos tenemos hábitos raros, Maestro, y algunos más de cinco, pero ¿no cree que sería mejor entrar por la puerta?
- Lo intenté, pero encontré un cartel colgado del portón del Bar.
- ¿Un cartel? ¿y qué decía?
- "Serrado por reformas"
- ¿No será "Cerrado"?
- No, alguien estaba cortando la puerta con un serrucho.
- Al menos, no serruchaba el piso.
- No por ahora.

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miércoles, marzo 15, 2006

Radio imaginaria # 35 y medio. Diálogos en el patio. Uno

- Buenas tardes, Maestro...¿se puede saber qué está haciendo a estas horas en el patio del Bar?
- Lo mismo me pregunto, Antonio.
- ¿Y qué se contesta?
- No me pregunto qué hago yo, de lo cual tengo una leve sospecha, sino lo que está haciendo Usted, regando bajo esta lluvia pertinaz.
- Justamente, estoy regando bajo una lluvia pertinaz. ¿Cómo lo supo?
- No sé, presentimientos. O tal vez fue su regadera.
- Tal vez.
- Pero qué feo...
- ¿Regar bajo la lluvia? No crea...además es la única oportunidad que tengo de usar esta vieja regadera agujereada.
- Decía qué feo suena "lluvia pertinaz"...hay frases que deberían borrarse solas cuando uno las escribe.
- No es mala idea...¿porqué no le envía una carta a Bill sugiriéndole que introduzca esa utilidad en su nueva versión de Word?
- Es una idea brillante pero peligrosa, Antonio. Me parece que si se borraran solas las frases tontas, las obviedades, los lugares comunes de la literatura escrita, nos quedaríamos con los libros un poco vacíos.
- ¿Y eso sería tan malo?

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sábado, marzo 11, 2006

Más Membretes (En el País de la Magia)



Se ve la jaula, se escucha el aleteo. Se percibe el ruido indiscutible del pico que se aguza contra los barrotes. Pero nada de pájaro.

Fue en una de esas jaulas vacías donde escuché la gritería más intensa de cotorras de toda mi vida. Naturalmente, no se veía ninguna.
¡Pero qué algazara! Como si en esa jaula hubiese tres o cuatro docenas.

"...¿No estarán acaso muy apretujadas en esa jaula?, pregunté maquinalmente, añadiendo a mi pregunta, a medida que me la escuchaba formular, un matiz burlón.

"Sí...", me respondió el Dueño con firmeza, "esa es la razón por la que chillan tanto. Querrían más espacio".

Henri Michaux "La Jaula Vacía", (1941)


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viernes, marzo 10, 2006

Membretes (En el país de la magia)


Si se pudiese librar de las aguas a todos los peces-aguja, el baño -según dicen- volveríase una cosa tan inefablemente agradable que es mejor no pensar en él, por cuanto esto no habrá de ocurrir jamás, jamás.

Sin embargo, hay quienes lo intentan. Utilizan para ello una caña de pescar.

La caña de pescar para la pesca del pez-aguja, debe ser fina, fina, fina. El hilo debe ser absolutamente invisible y penetrar lentamente, imperceptiblemente, en el agua.

Lo malo, es que el pez-aguja es a su vez casi completamente invisible.

Henri Michaux "La pesca del pez-aguja" (1941)

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jueves, marzo 09, 2006

Radio imaginaria #35. Bienvenido (el loop de Antonio)

- ¡Maestro!
- ...
- ¡Qué alegría!
- ...
- Por fin se aparece por la Radio...
- ...
- ¿Dónde estuvo?
- ...
- Tanto tiempo sin saber nada de Usted...
- ...
- Me tenía realmente preocupado...
- ...
- Por no decir angustiado.
- ...
- Molesto.
- ...
- En cierto sentido.
- ...
- Es que debería habernos avisado antes de irse, que se iba, ¿no le parece?
- ...
- O después de haberse ido, aunque más no sea.
- ...
- Un llamado escueto, me refiero...sabe que no le hubiera pedido detalles.
- ...
- Un correo, no me diga que no se le ocurrió siquiera enviar un correo porque no le creo.
- ...
- No sólo no le creo, sino que me ha molestado mucho su actitud tan desconsiderada. Además, ¿quiere saber algo?...Me preocupé por Usted, pensé si no le habría pasado algo, a su edad, sólo, quién sabe en qué recóndito lugar, inhóspito...
- ...
- Claro...no dice nada porque seguramente le parece una pavada, ¿no es cierto?
- ...
- ¿Se da cuenta que es terriblemente egoísta su actitud? ¿Que a mí, a nosotros podría habernos sucedido una desgracia y no hubiéramos tenido forma de comunicárselo? ¿Cómo se hubiera sentido en el caso de encontrarse hoy con los hechos consumados y sin poder hacer nada?
- ...
- ¿Es que no le importa?¿Es eso?...Si fuera así, preferiría que sea sincero y lo diga de una vez.
- ...
- Además, ¿sabe que ya nos habíamos puesto de acuerdo, si es que no aparecía, para comunicarnos hoy mismo con el Consulado, para intentar su búsqueda en todas las dependencias policiales, los hospitales, las fronteras?
- ...
- Ah...no lo sabía...¿no es verdad?
- ...
- Por supuesto, se ha quedado mudo...Muy bien, mejor no diga nada. Para serle sincero, ya no me importa.





- Buenos días, Antonio...¿qué hace hablando sólo frente al vidrio de la ventana?
- Nada, nada, Maestro...¡qué alegría verlo nuevamente!...

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