domingo, junio 04, 2006

Road Movie. Escena Dos

No te avisé, pero estoy en camino. Te quiero ver y algo indefinido me advierte que podría no encontrarte. Si la hora es la prevista y el lugar el convenido, ¿qué me hace dudar?

Siempre que conduzco a 140 km por hora pienso que todo puede fallar en un par de segundos.

Por ejemplo: un idiota conduce delante de mí (en ese momento apenas veía su nuca pero sólo ahora puedo jurar que era un idiota) decide de repente acariciar a la mina que lo acompaña. Se distrae lo necesario como para no ver que delante de él hay un camión. Cuando deja de acariciar a la mina, levanta la vista y lo ve, demasiado cerca ya. Manotea el volante y su vehículo se descontrola, golpeando a los desprevenidos o mal avenidos que están a sus lados. Termina a un lado de la autopista, luego de dar dos o tres vueltas sobre el pavimento.

Felizmente, puedo escribir esto, por lo cual concluyo que ver la nuca del que conduce adelante no siempre es una pérdida de tiempo.

Igualmente, no es lo que quería decir.

Etiquetas: