Dos golpes
El primero, directo al estómago, lo deja sin aire, y cae al agua. Doblado en dos, como un feto sin cordón, se deja llevar. Cualquiera diría que es apenas un barrilete perdido, si no fuera que trata de explicar y de explicarse lo que pasó.
(En el agua, caer no es caer)
El segundo llega demasiado pronto y otra vez lo sorprende sin defensa. Esta vez, se estrella contra su pómulo. Un crujido anuncia el estallido de huesos. La piel se deforma pero absorbe el impacto. El tabique sangra.
(En el agua, sangrar no es sangrar. Apenas disolverse desde adentro hasta dejar limpia la cáscara)
Piensa. No lo desea pero no lo puede evitar. Piensa. Adivina que sus pies están a punto de tocar fondo.
Lo alivia saber que en algún lugar desconocido el cuerpo guarda las reservas necesarias para impulsarse a la superficie, aunque, al mismo tiempo, lo sobrecoge la angustia de perderse en una materia indefinida, ciénaga o dientes, que imagina cerca pero entiende que no.
(En el agua, hundirse sin tocar fondo no es hundirse. Apenas viajar sin esperanza por un cielo que no tiene arriba)
(En el agua, caer no es caer)
El segundo llega demasiado pronto y otra vez lo sorprende sin defensa. Esta vez, se estrella contra su pómulo. Un crujido anuncia el estallido de huesos. La piel se deforma pero absorbe el impacto. El tabique sangra.
(En el agua, sangrar no es sangrar. Apenas disolverse desde adentro hasta dejar limpia la cáscara)
Piensa. No lo desea pero no lo puede evitar. Piensa. Adivina que sus pies están a punto de tocar fondo.
Lo alivia saber que en algún lugar desconocido el cuerpo guarda las reservas necesarias para impulsarse a la superficie, aunque, al mismo tiempo, lo sobrecoge la angustia de perderse en una materia indefinida, ciénaga o dientes, que imagina cerca pero entiende que no.
(En el agua, hundirse sin tocar fondo no es hundirse. Apenas viajar sin esperanza por un cielo que no tiene arriba)
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