miércoles, febrero 15, 2006

Dobles

Ella me cuenta que pasó todo el sábado haciendo el aseo de la casa. En la noche, sentada frente al teclado, escribe una historia sobre los dobles. A la mañana siguiente, en forma fortuita, de puro aburrida, se busca a sí misma en la red, y descubre que hay otra ella, en otro país de otro hemisferio. Y que esa otra, que tiene su mismo nombre, también hizo ese sábado jornada de limpieza en la casa.

A raíz de este episodio, me cita a Borges: "que la historia hubiera copiado a la historia, ya es suficientemente pasmoso, que la historia copie a la literatura es inconcebible..."

No le dije que ese sábado, yo mismo, cansado de hacer el aseo, me senté a escribir una historia sobre ella.
Una historia en la que ella no era ella, sino
otra. Quiero decir: la misma, su mismo nombre, pero a muchas millas de distancia.

En esa geografía, que ciertamente no conozco aunque puedo imaginar, ella se sentaba en un sofá, cerca del fuego, y leía a Borges, a medias entre su cuento y mi cuento, hasta dormirse.

El libro, al caer de sus manos, quedaba abierto en esa página, donde un subrayado en azul resaltaba unas pocas palabras, exactamente las que suponen.