Dobles
Ella me cuenta que pasó todo el sábado haciendo el aseo de la casa. En la noche, sentada frente al teclado, escribe una historia sobre los dobles. A la mañana siguiente, en forma fortuita, de puro aburrida, se busca a sí misma en la red, y descubre que hay otra ella, en otro país de otro hemisferio. Y que esa otra, que tiene su mismo nombre, también hizo ese sábado jornada de limpieza en la casa.
A raíz de este episodio, me cita a Borges: "que la historia hubiera copiado a la historia, ya es suficientemente pasmoso, que la historia copie a la literatura es inconcebible..."
No le dije que ese sábado, yo mismo, cansado de hacer el aseo, me senté a escribir una historia sobre ella.
Una historia en la que ella no era ella, sino otra. Quiero decir: la misma, su mismo nombre, pero a muchas millas de distancia.
En esa geografía, que ciertamente no conozco aunque puedo imaginar, ella se sentaba en un sofá, cerca del fuego, y leía a Borges, a medias entre su cuento y mi cuento, hasta dormirse.
El libro, al caer de sus manos, quedaba abierto en esa página, donde un subrayado en azul resaltaba unas pocas palabras, exactamente las que suponen.
A raíz de este episodio, me cita a Borges: "que la historia hubiera copiado a la historia, ya es suficientemente pasmoso, que la historia copie a la literatura es inconcebible..."
No le dije que ese sábado, yo mismo, cansado de hacer el aseo, me senté a escribir una historia sobre ella.
Una historia en la que ella no era ella, sino otra. Quiero decir: la misma, su mismo nombre, pero a muchas millas de distancia.
En esa geografía, que ciertamente no conozco aunque puedo imaginar, ella se sentaba en un sofá, cerca del fuego, y leía a Borges, a medias entre su cuento y mi cuento, hasta dormirse.
El libro, al caer de sus manos, quedaba abierto en esa página, donde un subrayado en azul resaltaba unas pocas palabras, exactamente las que suponen.
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