domingo, enero 07, 2007

Membretes

Hoy, domingo,
deponen su ferocidad,
su mando de orejas erguidas,
su arcaica brujería,
y optan por echarse
e inspeccionar nuuestro descanso,
la labor de clasificación,
rotulado, encasillamiento
de nuestras pequeñas construcciones,
y acaso el displicente ronroneo
es un perdón,
un acorde de la música del instinto.

A media tarde dejamos de interesarles,
enmudecen,
y con envidiable solidaridad
corren hacia sus iguales,
la abeja que revolotea en el jardín,
la hoja cayendo en espiral sin sentido aparente:
velos rojizos
y dorados lustres vegetales
cuelgan de las zarpas.

Estirados en el sillón,
mirando esos enigmáticos juegos,
nuestras sensaciones se aclaran,
se hacen más claras
que los dictados del cerebro.
No, no los llamaremos,
la interrupción les disgustaría.

Alberto Girri. Gatos

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola, me puedes decir en que libro encontraste el poema.

Gracias,
Anamaría.

7:05 p.m.  

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