lunes, noviembre 28, 2005

El otro lado


Imaginemos una sala amplia, con un telón cerrado.
De un lado, el público sentado en sus butacas.
Del otro, los actores sobre el escenario.

En la sala, toses, murmullos, alguna sonrisa asordinada.
En el escenario, la utilería que se completa, alguna indicación de último momento, tal vez un cigarrillo apurado.

Por fin se apagan las luces, pero hay un instante en que el telón permanece cerrado.
Unos y otros se hacen la misma pregunta: ¿Quién está del otro lado de la cortina?

Pensemos ahora que esa es la escena.

Apenas ese instante, apenas esa pregunta.

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domingo, noviembre 27, 2005

Luis

La feria de Caseros es una suerte de mercado persa sin glamour -uno más de aquellos que nunca figurarán en circuito turístico alguno- donde diariamente un variado surtido de buscavidas, bagayeros, contrabandistas y artesanos confraternizan sin conflictos en la trastienda de los puestos.

Allí conocí a Luis. Estaba sentado en el cordón de la vereda, inmóvil, con los dreadlocks teloneándole la cara y la mirada perdida en unas hojas de diario frente a él. Una observación más atenta me permitió advertir que esas hojas eran dibujos y esos dibujos los más extraordinarios que había visto alguna vez: paisajes extraños y ambiguos donde la calma de la naturaleza parecía siempre esconder una amenaza.

Le pregunté cómo los hacía y me respondió: "con los dedos".
Quise indagar entonces dónde había aprendido a hacerlos, pero me contestó secamente que lo ignoraba.
Como tampoco sabía para qué los hacía, ni dónde o cómo había aprendido los cinco idiomas que hablaba.

Como tantos otros, no le creí nada, hasta que
un día se apareció con unos pinceles muy finos y sus potecitos de pintura. Me saludó, me tomó la mano sin decir palabra y en pocos minutos pintó un dragón envuelto en llamas en la uña de mi dedo mayor. Era literalmente fantástico.

Me costó convencerlo de que aplicara su talento en una producción más sistemática ya que no parecía tener otra preocupación más que juntar dos pesos para fumarse su caño diario mientras componía las canciones que algún día lo harían trascender más allá de la feria de Caseros. Sin embargo, necesitaba comprarse instrumentos y no tardó en hacerme caso. Así, comenzó a convocar multitudes de uñas que esperaban por la magia de sus pinceles y los destellos de su imaginación. Debo aclarar que jamás pintaba nada "a pedido" sino sólo lo que le venía en ganas en ese momento.

En unas pocas semanas tuvo el dinero que necesitaba y desapareció de la feria sin despedirse, dejando en manos de la gorda Yoli -la puestera que proveía de las mejores tortas fritas de la zona- una pila de hojas de diarios con sus dibujos y precisas instrucciones para repartirlos entre todos.

Todavía conservo esa lámina, y muy de tanto en tanto, cierro los ojos, paso mis dedos sobre la textura despareja de un mar
demasiado calmo, luminoso, reposado, y comprendo que ese presagio de tormenta que me estremece, es el verdadero dibujo.

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viernes, noviembre 25, 2005

Distancia

Me despidió con "un beso y una mano en el hombro".

El beso sonaba casi familiar, pero juro que me desconcertó eso de "la mano en el hombro".

Sonaba a tomar distancia, como en mi escuela primaria.

Recordé que la nuca de la chica más linda del grado, el cuello que más hubiera querido besar, quedaba apenas a un brazo de distancia.

Me hubiera bastado con encogerlo lentamente, dar un paso y probar el sabor de esa piel que tanto había soñado.

Y alguna vez pensé en hacerlo más allá de las consecuencias.

Pero no pude.

Quizás por eso todavía siento que ese cuello está frente a mí. Sólo a un brazo de distancia.

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Membretes

...cuando gallagher bentham murió
se produjo un curioso fenómeno:
a las vecinas les creció el odio como si hubiera aumentado la papa
feroces y rapaces, comenzaron a insultar su memoria
como si el deber obligación o tarea de gallagher bentham fuera ser inmortal

siendo que él se preocupaba cuidadosamente
de vivir imperfecto a fin de no irritar a los dioses
jamás se cuidó de ser bueno sin ganas
pecó y gozó como los mil diablos
que sin dudas lo habitaban de noche...

Juan Gelman. Lamento por gallagher bentham (frag.)

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miércoles, noviembre 23, 2005

Road movie, antes de empezar a contar. Gata

Por fin tengo mi gata.

Llegó cuando menos la esperaba, pero me estoy enterando que así es como sucede.

No sé si es el azar de una puerta mal cerrada o un resquicio del alma lo que la convoca, pero tal vez no haya muchas diferencias entre una y otra cosa.

Desde el primer día se metió en mi cama y yo, que juré no hacerlo nunca, admito que no pude evitar acariciarla.
Como era de suponer, no dijo nada, pero me bastó con mirar detenidamente en lo profundo de sus ojos de gata para sorprenderme de
todo lo que tenía para contar. Y así nos dormimos, aunque no me pregunten quién lo hizo primero.

A la mañana siguiente, maullaba de hambre y descubrí que mi gata era algo especial.

Primero, desechó el tazón de leche que le acerqué.
Luego, descartada la leche, probé con un salmón crudo que esperaba en la heladera para convertirse en sashimi. Y nada.
¿Viví engañado o esa gata, como cualquiera, debería extasiarse ante una taza de leche o un trozo de pescado?
De todas formas, no había desprecio en su actitud, tan sólo parecía reírse.

Por último, tomé una de las bolsas recién compradas, y me dispuse a llenar su comedero azul.

No creo que pueda olvidar su mirada entre tierna y divertida, mientras una fina lluvia de piedritas sanitarias caía del envase equivocado formando montoncitos en su plato.

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domingo, noviembre 20, 2005

Mellizas

Violeta y Sofía desarrollaron en unos pocos meses esa envidiable cualidad de inseparables que sólo los nueve años pueden proporcionar. Es más: me consta que creen y hacen creer que son mellizas con tal convicción, que aunque las evidencias físicas no acompañen semejante hipótesis, es difícil ponerla en duda. Sin embargo, cualquier mirada que fuera más allá lo obvio, percibiría que no están tan equivocadas.

En consecuencia, no me sorprende tanto que compartan los novios, las lecturas y la adoración por Tim Burton, pero sí me divierte y me cautiva el raro atributo que poseen para llevar adelante los proyectos más "inconvenientes". Y encima, con buenos resultados.

Como por ejemplo, decidir un viernes en la tarde la fundación de su propia fábrica de velas artesanales, contar con una producción cercana al medio centenar para las primeras horas de la noche, y vender una cuarta parte a los turistas en su propio puesto de la feria de Palermo, al día siguiente.

O inventar, de puro aburridas, una comedia musical esperando el comienzo de un film, bajar al escenario a representarla antes que las luces se apaguen, y arrancar un emotivo aplauso de los asistentes, visiblemente consternados unos pocos minutos atrás.

Lo de ayer, fue casi una cruzada. Llevaron a cabo de manera anónima un exitoso bombardeo de chistes, pasando papelitos escritos bajo las puertas de todos los departamentos del edificio, y a pesar del anonimato, no tardaron en recibir las primeras respuestas.

Unos lo hicieron preguntando "qué era lo que se proponían con esa actitud", otros disculpándose vergonzosamente por "no entender", mientras los más ni siquiera contestaron.

Por lo que sé, sólo uno entendió el juego. Lo que no es poco.

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sábado, noviembre 19, 2005

Radio imaginaria #28. Balanza

- Las cosas no siempre son lo que parecen, ¿no cree, Antonio?
- Si fuera usted, diría que nunca...pero no sé a qué viene el comentario.- Cierta vez, conocí a un hombre, el más enamorado que pueda recordar. Sus días eran intensos, tanto, que hasta pensó que viviría sólo para hacerla feliz.
- Un especímen único en su especie...digo, maravillosa entrega, Maestro.
- No crea, Antonio. Parecía maravillosa hasta que un día de esos, de puro aburridos, se miraron desnudos en el espejo y compararon sus cuerpos.

"Estoy más gorda", dijo ella, con sorpresa. "Y vos, más flaco".

- La cuestión, como se imaginará, se dirimió encima de la Balanza. Y ella tenía razón: el kilo de más que ella pesaba era el que él había perdido. Con la inquietud ya instalada entre ellos, volvieron a repetir la misma escena durante los siguientes tres días, con idéntico resultado.
- ¿Entonces?
- Esa misma noche, con la lucidez que a veces sólo proporciona la vigilia, supo que debía dejarla ir...Mucho después me confesó que desde que la conoció juró que le entregaría todo su ser, pero que nunca imaginó que lo haría a razón de un kilo diario.

- Creo que hizo bien en dejarla ir, Maestro. A razón de un kilo diario, se hubiera evaporado en dos meses.

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viernes, noviembre 18, 2005

Road Movie levemente después de 0. María


Pasó varios días en su taller acariciando el aserrín y la greda hasta que consiguió darle forma a su sueño.

María, la muñeca que quería bailar, parecía dormir esperando algo más que lágrimas de cristal o rayitos de sol dentro de una caja.

- Ahora, sólo falta darle un rostro -dijo, con una tristeza mínima que no quiso confesar-.

Quise decirle que conocía perfectamente cuál era el brillo que tendrían esos ojos a la hora de consagrarse a la danza que ansiaba, pero me interrumpió antes de poder hacerlo.

- ¿Te parece que conseguiré hacerla despertar alguna vez?

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miércoles, noviembre 16, 2005

Libretas Norte Pág. 5. Avenida Corrientes

7.00 A.M.

En una coreografía ensayada hasta el hartazgo, hoy -como cada mañana- los encargados de todos los edificios de la cuadra desenrollan sus mangueras y riegan con despreocupación las veredas.

Pese a tan sistemático empeño, no se tiene conocimiento de ningún brote sorpresivo de baldosas.

8.30 A.M.

En algunas esquinas hay zapatillas que cuelgan de los cables de luz.

No sé si pensar en el intento esperanzado del que quiso volar o en la desesperación del caído.

Al fin y al cabo es lo mismo, me digo.

Sólo zapatillas.

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martes, noviembre 15, 2005

Cristales

- Hay cristales que uno nunca sabe cuándo van a quebrarse, Maestro.
- "Será por eso que uno no se anima a tocarlos"
- Bueno, justamente es lo que iba a decir...¿Cómo lo sabe?
- Es muy simple. Una vez, yo también tuve miedo de una fragilidad similar a esa.
- ¿Usted? ¿Miedo?
- Así es. ¿A que no sabe lo que pensé, Antonio?
- "Usted se lo pierde"
- Eso pensé, pero ya era tarde.

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Información al oyente

1# Para dejar un comentario en algún tema de este sitio, abra la ventana "commments" y escriba lo que desee en el cuadro de texto que tiene ante sus ojos.

2# Si no sabe inglés, haga como si supiera, o deje su comentario en el idioma de su preferencia.

3# Cuando se crea satisfecho, eliga una identidad. (No se tome esto muy en serio, pues puede llevarle de años de terapia. Es como un múltiple choice, de sólo tres opciones: Si usted no es El Maestro, descarte la primera, si está muy orgulloso de ser quién es, elija la segunda y escriba su nombre, sobrenombre o nick preferido en el siguiente cuadro de texto. Si en cambio desea seguir siendo un Anónimo, la tercera opción es la indicada.

4# Recuerde que el administrador, o sea El Maestro, tiene la deliciosa facultad de eliminar todo aquello que no le viene en gracia...Mucha suerte y que ello no lo desanime.

5# Preguntas, dudas y sugerencias a radioimaginaria@yahoo.com.ar

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Radio Imaginaria #27. Reclamos

- Maestro, es necesario que haga algo, ya no sé más que responder ante tantos reclamos...
- Por favor no se alarme, señorita. Debería saber que, en este país, el aumento en la cantidad de reclamos es directamente proporcional al aumento de las posibilidades de éxito. Yo que Usted, en vez de quejarme, comienzo a redactar un borrador con el pedido de subsidio. Y compre papel carbónico, que son dieciocho copias.
- Disculpe, pero me gustaría recordarle que nos ganamos una impresora a chorro de tinta en el último concurso de manchas: "Tú y tu barrio: una epifanía", organizado por la Sociedad de Poetas Altísimos de Villa Ortúzar...
- Altísima Sociedad de Poetas, se llama.
- Como sea, Maestro. Nos ganamos esa impresora, ¿lo recuerda ahora?
- ¡Y cómo olvidarlo! Aunque admito que corrimos con ventaja, creo que fuimos los únicos que entendimos el tema del concurso...
- Exacto, y ante la duda, todos los demás pintaron esas horribles manchas abstractas, que tan mal le cayeron al jurado.
- Como lo dice, Señorita. A ningún altísimo poeta le gusta que cuatro ignotos pelagatos vengan a
cuestionar la estética del barrio con sus pastiches.
- ¿Entonces?
- Que ganamos, por supuesto. ¿No me lo acaba de recordar Usted hace unos minutos, acaso?
- Sí, Maestro. Digo para qué necesitamos el papel carbónico si tenemos computadora y una impresora a chorro de tinta, casi sin uso, sobre el escritorio.
- "El pedido de subsidio deberá ser enviado en dieciocho copias a máquina, Remington o similar, etc, etc..", cláusula 507 de las Bases.
- Entiendo, ¿pero de dónde sacamos la máquina?
- Mmmm...comuníqueme con la Sociedad de los Altísimos, por favor. Se me está ocurriendo un tema para el próximo concurso.
- Como diga, ¿se le ofrece algo más?
- Sí, consígame un ejemplar del Registro de Matriculados en el Colegio de Escribanos.
- Necesita seleccionar un escribano para legalizar las firmas, me imagino.
- Dieciocho. Uno distinto para cada copia...

- ¿Y los reclamos, Maestro? ¿Activo el contestador telefónico?
- No, mejor traiga esas servilletas.

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lunes, noviembre 14, 2005

Road Movie # 0 El océano

Tuve un sueño.

(Ya sé que es un principio demasiado borgeano, pero no hace falta que explique porqué elijo hacerlo de esta manera)

En mi sueño había una casa encaramada sobre un cerro de Valparaíso.

Era de madera con techo de chapas de zinc, pintada en colores brillantes, como cada una de todas las casas de ese cerro.

Parecía una marioneta suspendida en un equilibrio imposible por encima de las otras ubicadas ladera abajo.

Tenía varias ventanas, sobre todo una a través de la cual se veía todo el
océano.

(Quiero decir que cuando ella decía
océano, mi mar parecía pequeño, insignificante, leve)

Nunca pude adivinar cuál era mi sueño.

Si la ventana, el desamparo ante la inmensidad de ese horizonte, ella diciendo el
océano.


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sábado, noviembre 12, 2005

Ella, a propósito de Hank

Dijo: "En un momento, tomé mis propias fantasías como el cuento que escribo en una tarde y dejé de creer, pero no renuncié a ellas. Cada una de ellas tiene la verosimilitud de una buena narración, pero se acaban cuando cierro el libro."

No sé cuánto sabe de putas y hospitales, pero siempre me conmovió la honestidad de sus palabras.

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Radio Imaginaria # 26. Largo y amargo

- Por favor, Antonio. Largo y amargo.
- ¿El día de ayer, Maestro?
- El café.
- Ah...lo mismo de siempre, entonces.
- Si prefiere verlo de esa manera...
- Explíquese, por favor.
- Considero bastante improbable la hipótesis de un "siempre", y aún si no fuera así, nunca es lo mismo.
- Desgraciadamente.
- Afortunadamente, Antonio.

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viernes, noviembre 11, 2005

Antonio

jueves, noviembre 10, 2005

Membretes. Hank

1.-
"Sólo se puede escribir como se vive: eso hace que lo que contás parezca de verdad"

2.-
- Me gustó un poema de Neruda. Cuando menciona la palabra "tristeza", hace que te sientas triste.

- Disculpe, pero Neruda no tiene nada que ver con Usted...

- Hablo de las palabras. Yo soy honesto con las palabras . Es fácil parecer moderno usando palabras difíciles.
En todo caso, creo que poseo una honestidad con las palabras fruto de las putas y los hospitales.
Ahí sí que no valen las palabras vacías.

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miércoles, noviembre 09, 2005

Radio Imaginaria #25. ¿Todo?

- Señorita, ¿podría decirme qué pasó aquí?
- ¿Perdón?
- Pregunto concretamente si sería capaz de explicarme por qué esta serie de escritos que encuentro tan familiares tomaron estado público en mi ausencia.
- Leí su libretita, Maestro.
- Pero cómo...! ¿No sabe que eso no se hace?
- Es que Usted la dejó sobre la mesa...
- Creo que eso no justifica su tentación de abrirla. Y muchos menos de posar sus ojos, por bellos que sean, en su contenido, evidentemente privado.
- Pero la mesa es un ámbito público, Maestro. Entiendo que si Usted dejó la libretita allí, es con toda la intención de que alguien la ojee.
- Se dice hojee.
- Si son las hojas, pero yo me refería a los ojos.
- De cualquier manera, pienso que no debería haber ojeado las hojas sin mi consentimiento.
- Pero es que yo soy la Secretaria, ¿lo recuerda?
- Claramente, sobre todo cuando ingresa por esa puerta, se sienta en su escritorio, cruza las piernas y prepara su cuaderno de notas, mirándome fijo.
- Perfecto. Entonces no debe ignorar que siempre lo supe todo, ¿no es cierto?
- ¿Todo?
- Todo, Maestro. Aún antes de que lo escriba.

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domingo, noviembre 06, 2005

Libretas norte Pág. 3. Virgencita

Uno

En la tarde de domingo, los tambores de la murga comienzan a sonar temprano.

Para quien no lo sepa, el domingo es día de ensayo y respondiendo al llamado, la tribu comienza a acudir a la cita. Adolescentes en grupo, unos pocos adultos que por acompañar resignan la siesta, muchos niños ansiosos dispuestos a demostrar su destreza física, muchas niñas encandiladas por las lentejuelas de los uniformes que para esta época aún no comenzaron a coserse, pero que en el imaginario ya se desean, y mucho.

(Mi amiga se espanta ante este último comentario, considerándolo la peor perogrullada de género, pero le pido que vaya y pregunte, cosa que, ciertamente, no hace. Imagino que, si no me cree, al menos duda.)

Dos

Frente al escritorio desde donde escribo, hay un inmenso ventanal a través del cual veo la plaza.

En realidad, veo el altarcito de la virgen-de-no-sé-qué. Está sobre una tarima de dos escalones que los más chicos encuentran divertido escalar mientras los más grandes -no sabría explicármelo- se paran frente a la imagen y la miran fijo.

Quisiera saber si le hablan, y si fuera así, no me imagino qué podrían decirle.

Por simple curiosidad, cruzo la calle y me paro frente a ella. La miro fijo por un largo rato en el que sigue inmutable detrás del vidrio. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que tiene los labios sellados, lo cual, aunque parezca una tontería, me tranquiliza enormemente.

Tres

La primera vez que ingresé a la Basílica de Luján tenía unos pocos años.

Con un pensamiento "típicamente adulto", podría decir que fui engañado, aunque mal podría haber pensado que esa maravillosa excursión de pesca y "sapo" con mis primos concluiría de esa forma.

No creo que a estas alturas de tanto palermo viejo sobre nuestras espaldas sea necesario que explique lo que es el juego del sapo, pero déjenme decir que para mí, en ese momento, el único lugar del mundo donde jugar al sapo era el recreo del ACA sobre el río Luján hacia donde mi tío conducía su camión tanque de reparto de lavandina, un domingo cada tanto.

Aquella vez, iba de la mano de mi tía, en un silencio que mezclaba asombro, sobrecogimiento y temor. Las velas encendidas por decenas, acentuaban un dramatismo que no alcancé a comprender nunca. Por fin, al llegar al altar, ví la imagen imponente de la virgen. Y me pareció un pavo real, con su extraña corona de plumas desplegada como un abanico tras de sí.

Nunca dije nada, pero el recuerdo de esa arrogancia me ha perseguido toda la vida.

Cuatro

Por la ventana todavía abierta veo el altarcito que ahora luce como un faro en la noche desierta.

No lo había advertido antes, pero una desagradable lámpara de bajo consumo emerge entre los pliegues de su manto celeste.

Esta imagen, ahora que lo noto, es como aquella. La misma cola de pavo real desplegada en abanico, aunque hoy me parecieron pétalos de una margarita almidonada.

Pero lo que es peor, en el extremo de cada pluma-pétalo brilla una lucecita naranja.

Vaya revelación la de hoy: la luz divina depende de un enchufe de dos patas.

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jueves, noviembre 03, 2005

Dos tigres

Uno

En la infancia, yo ejercí con fervor la adoración del tigre: no el tigre overo de los camalotes del Paraná y de la confusión amazónica, sino el tigre rayado, asiático, real, que sólo pueden afrontar los hombres de guerra, sobre un castillo encima de un elefante.

J.L.Borges (Dreamtigers. Frag. de "El Hacedor" (1960)

Dos

La adoración del tigre es superlativa a la del gato.
Un día me ví en la necesidad de adoptar a un gato como mascota para no ser menos que los otros, cuando en verdad mi deseo era tener un tigre.
Lo discutimos en casa, pero no parecía una buena idea: los sillones recién retapizados en cuerina blanca, la vecina del segundo siempre atenta a los más mínimos sonidos provenientes de mi patio (deben saber que toco el saxo dentro del placard de mi cuarto para no importunarla), la amenaza de un desalojo que, en los tiempos que corren, alude a un desamparo hostil y pródigo en privaciones.

Por último, entendí que no soy Borges, que así son las cosas, que el tigre asiático y real quedaría sólo en mis sueños -poder "causar un tigre" cuando lo decidiera no era poco, después de todo-.

Así fue como me quedó este Tigre vegetal, líquido, vivo, al que hacer objeto de mi adoración.

Pero antes, claro, tuve que construir un castillo sobre un elefante.


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miércoles, noviembre 02, 2005

La suerte del primero


El tipo está primero.

Ni él sabe cómo, pero ahí está, a la cabeza de una larga fila de hambrientos y desesperados.

En un tiempo más breve que su espera, toda esa delicia que tiene ante sus ojos va a ser suya.

Sin embargo, no alcanza a paladear lo que casi tiene al alcance de la mano.

Es esa propia certeza, la que lo perturba al borde del mareo, doblega sus rodillas y lo hace caer bajo una multitud de pies desbocados que sólo pueden entregarse al instinto primario de pisotear.

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